Dormido en mi sensación
Cuando
duermo en mi sensación
las nubes parpadean
y las flecho con las antenas.
Pájaros
alegóricos desfilan
en el aire sonoro.
Los acompañan filas de mariposas
quebrando la oquedad
entre las hierbas sinuosas.
Cuando
duermo en mi sensación
mi voz ya no da colores.
Del aire flojo
se descuelgan minutos
y las horas
se resbalan en la música,
eco del polvo.
Monta
ya la aurora su caballo
y se retira de los montes.
Yo
no creo en la soledad,
sólo en mi vacío;
abismo, longitud
de los hilos del cenit,
ceguera.
En
el aire florecen
las cataratas de mis ojos.
El mundo está callado
y sólo escucho un zumbido
que se aletarga cada vez más y más
a la llegada de nuevas ilusiones.
El
viento corre
por estos rincones
con olor a pasado,
lo noto.
No trato
de retener la memoria.
Dejo que se aleje
con un resabio,
dejo que los pájaros
se coman su destino.
Manejo
largas horas
en mi órbita mental
y camino solo,
buscando en los más alejados
paisajes
alguna risa
que me devuelva algo.
¿Qué
me separa de tu mundo?
Perdóname, demente,
hemos jugado un juego
del que ya estoy cansado.
El tiempo se lleva mis días,
no veo ningún paraíso.
Sólo lloro.
No sé hacer otra cosa.
Mis
días
terminarán con velas encendidas,
no he dejado de concentrarme
y reír, mirar, abrir mis ventanas
y obedecer.
Mis
sueños también son pasajeros.
Viajo en el mundo
y los sueños del mundo
viajan en mí.
El
polvo de los pasos de días venideros
ya se deja sentir, pero
parece que soy yo quien se aleja
cuando duermo en mi sensación.