mi
nombre es Marco Antonio Hernández y soy capaz de pronunciarlo mientras el
tiempo pasa y me lo permite
mi
nombre es Marco Antonio Hernández y mi nombre es de todos los nombres al menos
un pedazo, y vengo y provengo de un país ignoto que se encuentra exactamente al
otro lado de la imaginación
de
un país ignoto que se defiende a sí mismo y defiende su dignidad de la rapiña
partidaria que se suscita en sus memoriales de ultratumba
y
provengo de un país de cifras, de un país que la estadística solventó bajo su
poderoso voto
de
un país donde mil pesotes ahora te valen la mitad de tu vida en lo que
transcurre un mes
donde
además tu salario es una reverenda chingadera y ni aunque les menciones a dios,
la vida hará que el día pase más lento de lo que deben pasar los días más
lentos de la vida
gloria a dios, gloria a la pachamama
nací
en un mundo que es su propio mundo
nací
en un pedazo de tierra arrebatada a las manos consagradas a su siembra
nací
en un pedazo de tierra a donde van a parar tus pensamientos en una fosa que
cavaron los ministros y consejeros de la cámara de diputados
aquí nací y doy fe de mi acto de presencia
mi
país es un país de ficción, mi país se puede dibujar a cuarentaitrés voces, y
podríamos reconstruirlo con 43 piezas de Lego
porque
mi país,
mi
país es grande y mantiene a 112 millones 336 mil 538 habitantes que piden pan
por multiplicación y ocupan por cada ilusión un metro cúbico por la raíz
cuadrada de sus pensamientos
y
mi país es un país producto del imaginario
y
mi país es un país trazado por obituarios en el periódico
y
mi país se puede visitar en tan sólo un Like al mapa google
un
mapa de google que ni con toda su tecnología ha podido hallar
las
fosas de 150 mil víctimas por la narcoviolencia
según las estadísticas este año calculan 5 mil 98 desaparecidos
que
son bastantes números para una mente calculadora que vive al día, pero, porque
mi país es un país de cifras
en
donde uno sobresale por la indiferencia a la que nos han condenado
digo
y sostengo y me pronuncio:
vengo de un país donde la felicidad se privatizó
para
unos cuantos, donde la corrupción nos delata y no importa si te llamas Marco,
Pedro, José, María, porque al diablo con los nombres, cavamos más fosas de lo
que creemos
mi
país se volvió un país endemoniado
y
ya ni se nota
anda
de boca en boca y de mano en mano y a un precio muy bajo
que
la gente que lo transita se acostumbró a la violencia firmada por el narco
¿seremos capaces de recordar los finales felices que
tanto nos promocionó la televisión en los momentos más difíciles de la pobreza?
¿seremos
capaces de ir?
¡ah!
en este País de donde no vengo de donde no soy y a donde no provengo, este país
en
donde he sobresalido por mis apodos, mis inutilidades, mis defectos
en
este País me llamo Marco Antonio Hernández y mi nombre consta en un documento
expirado por las mismas corruptas manos que tanto han disparado contra su
propio pueblo