19/10/13
Páginas de exhibicionismo
"Uno de los jaraneros más brillantes de su generación"
-The NY Times
"Polémico, creativo, desafiante y humorista".
-Los siete sabios de Grecia.
"Bastó con la habilidad del chico para el verso y la jarana, para patearme el trasero."
-Charles Bronson.
"Le vendí un consejo millonario por 20 pesos en el metro."
-Master Muñoz
"Toca bien, pero le hace falta aprenderse el Querreque y la Bruja"
-Un vecino.
"Me hizo una jarana que suena perrón".
-Un cliente.
Ciudad
Del
poemario "danzas paganas"
ciudad
a cada alcantarilla
Marco Antonio Hernández Valdés
andamios
destrucción de la vista:
graffiteros épicos
los equinoccios
circulan en el pavimento
de niños llorando…
1
bajo el llanto de tu cielo
de tu aliento a tierra y a cereza
ordenas las cenizas de septiembre,
de noviembre en el trapecio,
tus nubes se pueblan de agua negra
aguas espaciales subterráneas
que recorren tus caños
entre alcantarillas amamos
nos sentamos a contemplar la lluvia
enclave de las puestas
y aquí te amo
durante
las largas puestas de sol,
cloacas
de gusanos babosos embriagados
en los templos de tu plegaria
construidos con graffitis
bajo su dialéctica entre
tabacos destartalados
años luz hablas
descompuestas
tu gente tu día
descalzo
obedece a los semáforos
que deforman las esquinas
a cada alcantarilla
se asoman los ojos del desvelo
2
¿alcanzará tu crepúsculo para dilatar
el incandescente combustible,
su infringida anorexia?
columnas ancestrales y edificios devorados
por la grasa y la mugre
definen al reloj nocturno
nubes de plomo
se desplazan en la levadura
de la noche
iluminada por los fuegos
pirotécnicos
4
¡oh Ciudad!
bajo tu manto
de aguas turbulentas
va mi funámbula mirada
cargada de siluetas
deshilvanadas
precedidas
por ángeles rotos
bañados de luces
y figuritas sonrientes
o chaquira
aquí establo de curiosidades
reúnen al turista en el engaño
del corazón poblado de San Cristóbal
el sol viaja limpio ante su catedral
enredando su esperanza en los cables,
progresivas imágenes de desfile
tantean banquetas de piedra resbalosa
y bajo las balas de eléctrica tormenta
arrancadas al brío seboso
bajo su devastación que calcina
su licor horadado
su silencio colgando
colgante
como enredaderas
en los postes en el aire
en su cielo roído por demonios
dementes por Cristos disfrazados
por poetas borrachos y profetas del presente
bajo tu lienzo amada Ciudad
andamos
amamos
besamos alacranes
nos encerramos
tras rejas a candado
nos embriagamos
—en fin,
cagamos—
querida
predilecta
ciudad de imán
Copyright © Todos los Derechos Reservados.
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"Uno de los jaraneros más brillantes de su generación"
-The NY Times
"Polémico, creativo, desafiante y humorista".
-Los siete sabios de Grecia.
"Bastó con la habilidad del chico para el verso y la jarana, para patearme el trasero."
-Charles Bronson.
"Le vendí un consejo millonario por 20 pesos en el metro."
-Master Muñoz
"Toca bien, pero le hace falta aprenderse el Querreque y la Bruja"
-Un vecino.
"Me hizo una jarana que suena perrón".
-Un cliente.
4/10/13
De Extrañas noticias de un pueblo sin memoria
De pronto la noche se torna hacia un costado de su lóbrego cinismo…
Marco
Antonio Hernández Valdés
De pronto
la noche se torna hacia un costado de su lóbrego cinismo, dosificado de tal
manera que los espectadores sólo logran ligar un sentimiento pasajero que se
esfuma en sus memorias como una marea doblegada al latido del mar. Pulsan los
nervios. Avanzan las nubes. Toda una diarrea sempiterna se funde en las
arterias de la noche. Un costado de la cama, el otro. De un lado o del otro, no
importa, siempre uno busca la manera eficaz de invocar el sueño, pero afuera
hay un escándalo; imposible entrar a esa diáfana morada en donde nuestros ojos
conviven a gusto con imágenes y memorias de los que la imaginación finge
empaparse. Aterrizan los pensamientos vagos. Algo dentro del corazón se
detiene, avanza, su chirrido obsceno se percata de los latidos con pocos
nervios. Los oídos permanecen atentos aunque para la empresa no es necesario
tenerlos presentes. Un vistazo al diario de hoy. La gota que cae en el
lavamanos y cuyo sonido se suma al de los grillos allá afuera. Ese sonido. Ese
sonido. Acomodarse en la cabecera. Pensar en borregos. Escapar a la noche de
los borregos. Nada. Simplemente nada.
Braulio Cepeda levanta una mano. Echa un vistazo a su esposa. La piensa en
otros mundos. La aleja de sí o se aleja él. Forma un espacio entre ella y él, y
se aleja o inventa alejarse a un mundo monótono cuyo fondo de agua es negro.
Nada transparente. Se retuerce y ese ruido afuera se mete poco a poco en su
cabeza. “Voy a salir a buscar a esos grillos”, dice. “No se ven, duérmete”
contesta, es entonces cuando percibe que ella también está despierta y la
vuela, la imagina ahora dentro, embalsamada en esta misma habitación, rodeada
de sonidos cristalinos, acompasados, simples, prolongados; también es víctima
de ese martirio. Entonces, en ese arranque de moléculas amorfas, de encabronado
le da una patada en el culo y ella se incorpora y le dice: “qué te pasa, guey,
ya duérmete, mañana hay trabajo”. Pero no puedo, debería especificar, y sobre
todo especificar qué es lo que lo pone nervioso. Desde hace rato un ruidito que
se prolonga, que inicia y no termina, se prolonga y se extiende, se funde en
las paredes, se instala en sus neuronas desciende hasta sus nervios y se
disemina en cada nervio de su cuerpo incluyendo sus dientes y las muelas todo
en su cuerpo reciente el chillido insoportable, la pulsación etérea de lo
infranqueable de la noche, la bastedad absoluta de los miembros nocturnos que
son los grillos, parece un dolor de muela una muela del juicio martirizando
causando dolor pero el de los grillos afuera es diferente es un ruido
escandaloso que podría poner de nervios a cualquiera que ensaya dormir, que
para eso es la noche, pero se contiene de levantarse y dar vueltas, no puede,
la idea escabrosa de permanecer un segundo más atento a ese chillido le causa
nausea, no, esperen, no le causa nausea, desea sacarse la muela de su cabeza,
insultar a todos, entrar al baño y mirarse al espejo, tomar un objeto
punzocortante y elaborar la extracción del chillido por sí mismo, de una vez
arrancarse el dolor del sonido extendido en otras partes, ese influjo sensorial
que todo lo determina, los alegatos paradisiacos a cualquier espectador
dosificado de lenguas, extractos porciones, pero en cambio mira a su esposa en
ese letargo que son las miradas de la vigilia, de párpados pesados, de sueños
atorados en la fosa nasal y jamás lubrificados y al lado su esposa permanece en
la afonía del cuarto respirando como un cerdo.
“Duérmete ya” se repite a sí mismo. Afuera, a fuerza de rodar sobre este mundo,
el magnetismo de los grillos equivale a un bulto de metales arrastrados por
todas las calles. Y el cuarto a oscuras. Sólo unas cortinas sucias dejan entrar
de vez en cuando un par de luces infiltradas como penumbras apenas sombras de
lo que afuera se mueve de un lado a otro con el viento. Querría que lloviera.
Querría encender la radio y unirse al ruido metálico. Quería dormir.
Después de
una hora, al compás del rechinido elaborado por los grillos, aún gira de un
lado a otro de la cama destapando a su esposa, o tirando del hilo que cuelga de
la cortina. Los cantos tan estridentes se fundían poco a poco con las paredes.
Adentro. Adentro. Poco a poco comenzaron a guindar de las paredes hasta
incorporarse al latido de los muros y todo se volvió un rechinido acompasado
permanente y cerril, por qué solían contar que ese canto era beneficioso para
los durmientes de las noches en el que algunas almas permanecían en vela. La
misma vigilia se presentaba como un semblante despavorido en el que las
radiaciones de objetos claros se enredaban como tallos que engendraban un
sueño. Afuera los grillos permanecían ocultos, en medio de la oscuridad en la
que se mueven algunas ramas, indicio discrepante de algún visitante nocturno
que se avecina al lugar. Braulio Cepeda se mira un instante, percibe un extraño
hedor a rancio y suelta un pedo furtivo, tan furtivo que escapa de los
kilómetros cuadrados de hedor que precede a un extraño visitante. Toc, Toc,
Toc, y la pareja reacciona instantáneamente y se miran uno a otro extrañados.
La noche acampa en este cuarto. A penas y pueden vislumbrarse uno a otro. Pero
es claro que los dos ponen cara de intriga. “¿Tocaron la puerta?”, “eso parece,
“y ¿por qué no abres?, “porque no espero a nadie, y ¿tú?, “no, tampoco, pero
mejor abre, quizás es algo importante y si nos quedamos aquí de indiferentes
jamás sabremos de qué se trata”, y así, vistiéndose a la fuerza, y con la
modorra del sonido estridente que no se calla por un segundo, en medio de esa
sinfonola desastrosa que son los grillos, Braulio Cepeda ya vestido, se pone
las chanclas y se dispone a abrir la puerta. Yadira, la esposa, permanece en
silencio. De pronto le vinieron a la mente algunas imágenes de pequeña, y no es
que de pronto quiera ponerse a imaginar cosas mientras su marido se dispone a
abrirle la puerta a un extraño visitante. Quizás, piensa, esas imágenes forman
parte del catálogo de un mal sueño que recuerda su principio y su sino, sus momentos
de gloria y sus momentos de hundimiento. Se acomoda el cabello y por primera
vez en la noche se da cuenta de que el canto de los grillos efectivamente es un
dolor de muela. “¿Quién es?” pregunta, y aunque no espera una pronta respuesta,
le impresiona que no haya una respuesta inmediata; que en medio de la noche
haya visitas. Por si fuera poco, tampoco escucha el sonido particular del abrir
la puerta en una casa que consta de una cocina-sala de espera, un cuarto y un
baño.
Y por primera vez en esa noche el canto de los grillos se ausentó tan
repentinamente que en el cuarto reinó el silencio los siguientes minutos. Mira
al piso. Intenta poner atención a los grillos pero ya no están. La oscuridad
del cuarto la pone nerviosa, y sobre todo provoca que se maree un poco. Se dio
cuenta, entonces, que la oscuridad puede girar también, y dar vueltas al ritmo
de la nada que se instala en el cuarto con un precedente intempestivo que
deambula en el cuarto como un mareo, gira de un lado a otro y la oscura quietud
se desplaza de un lado a otro callando los ruidos y cantos que antes habían
cubierto y opacado a las sombras de la noche. “¿Qué ocurre?, se pregunta y con
una voz chillona y desesperada repite: ¿Braulio? ¿Braulio, estás ahí?
Y algo no la escucha, un sentimiento voraz que consume al ruido y lo opaca con
su oscuridad defecada, da cabida a una taquicardia inexplicable. Ese sentirse
tan inseguro, ese monocorde silencio tan inexplicable.
¿Braulio? Se levanta y pone en marcha. ¿Braulio? La puerta cerrada. En efecto,
está cerrada y nunca se abrió. El seguro sigue ahí. Y de sus ojos sólo las
lágrimas tapizan una nueva escena que se abre paso entre sollozos y entre esos
minutos que prosiguen al silencio, a ese pasearse entre sombras que marean e
incitan a la locura.
"Uno de los jaraneros más brillantes de su generación"
-The NY Times
"Polémico, creativo, desafiante y humorista".
-Los siete sabios de Grecia.
"Bastó con la habilidad del chico para el verso y la jarana, para patearme el trasero."
-Charles Bronson.
"Le vendí un consejo millonario por 20 pesos en el metro."
-Master Muñoz
"Toca bien, pero le hace falta aprenderse el Querreque y la Bruja"
-Un vecino.
"Me hizo una jarana que suena perrón".
-Un cliente.
de viajes interplanetarios o sensoriales situados en el tiempo
Del
poemario: danzas paganas en proceso de publicación
de viajes interplanetarios o sensoriales
situados
en el tiempo
opción
1
debería
tal vez retroceder en el tiempo
enmendar
mis errores
reanudar
mis luchas de guerrilla
restablecer
mi orden pulverizado
escribir
poemas a la noche
y
fingir que esto nunca pasó
quizás
así podría reconfigurar mi existencia
mi
esquelética agonía infantil
mis
desvariados pensamientos
y
mi inseguridad a cruzar la calle
a
lo que más le temo no es a los automóviles de vanguardia
ni
mucho menos a la lucrativa mercadotecnia
que
todo lo ve y todo lo palpa
temo
a los pichones con sed de venganza
que
conjuran su inconformidad
cagando
sobre los turistas de los parques
pero
nada he tenido y a ningún lado voy
me
encargaré de devolverle a mis brazos
su
momificado maniquí
oculto
en las brazas de un comal de antaño
circular
perpetuo en este remolino sediento
palabras
palabras
desobedezco al semáforo
por
mera inconformidad
ya
no me tomarán de rehén
ya
lo soy de la historia
y
la comparto
como libre pájaro del árbol elegido
digo
que debería volver al pasado
reivindicar
mis alegorías mis cantos
a veces los recuerdo templando la hoja
a veces veo su mugrienta gangrena
retroceder en el limbo
salta,
horada, pide pan
se
lo doy
pido
refuerzos y la agoto
me
contagia me envenena
y
pudre mi lengua con su quejido purulento
pero
la madreo vean mis dientes apostillados
ella
suplica
y
subimos al monte
como
símbolo de amor
y
juntos pedimos de rodillas
otra hoja en blanco
más
me burlo, siempre me burlaré en su cara
¡todo
esto es una fétida mentira!
su
resaca es lo único que se mueve
no
es necesario inventar viajes verneanos
el
retrete es el único mágico y misterioso túnel
en
el que mi mierda viaja
a una velocidad centrífuga
desdoblando hemisferios
desdoblando hemisferios
y
si la ciudad está llena de retretes
entonces
la ciudad está llena
de
viajes interplanetarios
opción
2
tal
vez debería retroceder en el tiempo
abrir
portales alternos en los retretes
y
obligarme a no escribir lo que trascribo
debería
reclamarle al semáforo los minutos que me quedan
para
configurar esta realidad,
obstinada
e inventada
por
los miles de ojos que la engendran,
……………………………………………………
:
el molde transitorio quedó devastado
……………………………………………………
:
recapitular escombros que la memoria desecha
sin
motivo alguno
darle
una patada en el culo
al
primer mendigo que cruce ante nosotros
advertirle:
con
el primer pendejo que pase me desquito
correr
en busca de ayuda
aunque
los
psiquiatras
estén
de
huelga
oídos cerrados
quiero
confesarle mis conflictos a las plantas
secar
al mundo con mis abultadas penas
gritarle
al viento:
él
me da la razón
de
nada sirve conjeturar mis arrebatos
si
prestas atención al gato
juntos
iremos devastando banquetas
¿pedir
un aventón?
¿cargar
mis maletas?
¿otro
aventurado y encolerizado viaje?
remolinos
de aserrín recoge mis pasos
había
ido a tu jardín
visité
todo lo que me enseñaste
la
prisión sigue tomada
y
si regresara a mi era
arrebataría
la propaganda de los postes
hora
de replantearme mi situación
ante
los viajes en el tiempo
"Uno de los jaraneros más brillantes de su generación"
-The NY Times
"Polémico, creativo, desafiante y humorista".
-Los siete sabios de Grecia.
"Bastó con la habilidad del chico para el verso y la jarana, para patearme el trasero."
-Charles Bronson.
"Le vendí un consejo millonario por 20 pesos en el metro."
-Master Muñoz
"Toca bien, pero le hace falta aprenderse el Querreque y la Bruja"
-Un vecino.
"Me hizo una jarana que suena perrón".
-Un cliente.
28/8/13
Surrealismo mexicano, como en las películas
Antes de
leer les manifiesto mi respeto por los animales, los humanos, la vida en este
mundo y en el universo y lógicamente actúo de tal forma que no dañe o atente
contra la vida. Pero eso no significa que tenga que condicionar mi opinión para
darle la razón a la mayoría. Tampoco quiero lavarme las manos cuando tengo el
derecho de expresar una postura, y más cuando se trata de un caso surrealista,
a la mexicana.
La semana pasada, la imagen de un perro crucificado se volvió viral en la red.
Todos saben de cuál se trata (este bazarero prefiere describir la imagen de
manera superficial, a modo de que el lector sepa a qué se refiere. Querría ser
consecuente y no desatar la ira encolerizada y ni siquiera el morbo de los que
suelen visitar este Blog). Aaron Pino Martínez se volvió una víctima más del
Bullying en los medios, tras haber recibo incluso amenazas, de un pueblo
enardecido, que reacciona ante esta imagen, pero es incapaz de reaccionar a
problemas de mayor trascendencia como el caso PEMEX o la reforma energética.
Conforme pasaron los días, este mismo personaje cometió el error de enmendarse
vía youtube ofreciendo una disculpa y una aclaración de los hechos. Para su
mala fortuna, la composición de la fotografía era deprimente y de la misma no resultó
ningún mensaje positivo para acreditarla como una sublime composición
artística, pues se prestó más para el morbo que para su apreciación.
Días después, el Maldad grabó un video en el que analizaba detalladamente
puntos trascendentales que podrían servir como mediadores en el problema.
Enfatizaba puntos que este bazarero ya se había cuestionado, y que parecen ser
preponderantes para servir como apoyo a los mediadores del caso. La mayor parte
de la gente se pronunció rápidamente en contra de Aron Pino con comentarios
sumamente emocionales como: deberían crucificarte a ti también, eres un
psicópata y mereces morir, deberían colgarte de los huevos, frases intestinales
e increíbles que sólo nos dejan entrever que el verdadero psicópata y enfermo
mental es aquel que profiere una amenaza dictaminada por la sed de odio. Hasta
ahora no puedo creer que los medios logren ser un canal de catarsis para
vomitar toda la porquería que uno lleva dentro, cuando deberían ser utilizados
con ética y profesionalismo. El periodismo incluso me parece cada vez más
patético. El periodista común y corriente en México, lejos de ser un ente
neutral que disipa las noticias con veracidad y honestidad, ahora se encarga de
aplastar y vengarse de la gente a como dé lugar. A este último género
periodístico se le llama amarillista y su imaginación viaja a la velocidad de
la luz, como el vocero La voz libre, que tergiversó la noticia dando por
sentado los hechos.
Se ha hablado de los derechos de los animales desde siempre, y este bazarero ha
sido testigo de las atrocidades cometidas por entidades demoniacas, surgidas
del menesteroso mundo de la farándula san Cristobalence. En una ocasión un
español con pintas de activista que se paseaba a gusto con su perro en el
andador de Guadalupe, de pronto le propinó una patada a un perro de la calle.
Un argentino reaccionó al instante y le dijo: No le pegues a Solovino es un
perrito callejero, a lo que el activista contestó con una cara de mamón: “mmm,
pues con razón se comporta como salvaje, si no lo tienen amarrado…” y al pasar
enfrente de mí le grité: al que deberían amarrar es a ti compa, tienes un genio
de la chingada. Y es en serio, qué culpa tenía el perro callejero de los
embates que la vida le pegaba a su verdugo que desafortunadamente no fue
captado por ninguna cámara en plena acción.
El asunto
Aaron Pino me hace pensar en María Candelaria. El lector que vio esta película
dirigida por Emilio Fernández, sabrá que María Candelaria era una indígena. Un
día un pintor quiere hacer una pintura de ella desnuda. Sólo logra pintar su
rostro, y cuando quieren desnudarla para pintarla de cuerpo completo, se niega
y huye, a lo que el pintor propone: “Casi tenía yo la seguridad de que iba a
pasar esto. Los indígenas son así, y por eso no he logrado arrancarles sus
virtudes…”, sin embargo el pintor terminó el cuadro con el cuerpo desnudo de su
asistente.
Cuando una vecina descubre el cuadro, inmediatamente corre a alebrestar a la
gente de Xochimilco, que al ver la pintura se encabrita y decide echar a María
Candelaria de su Chinampa. “Échenla”, gritan. Un contingente de gente ofendida
y dispuesta a todo, la persigue hasta el pueblo a donde ella corre por ayuda,
pero finalmente le dan muerte a pedradas. No sé si esta película sea bastante
para explicar que si se comete una injusticia por otra, eso nos hace peores que
el criminal.
La escena,
sin embargo, me parece tan grotesca como ese capítulo de los Simpsons cuando a
Homero lo estigmatizan como el gran pervertido por haber quitado del trasero de
una niñera un dulce. Sólo se comprueba su inocencia por el intendente Willy que
curiosamente estaba por ahí y grabó la escena. Homero limpia su honor, sin
embargo la gente ahora se abalanza contra Willy. En el caso Aaron Pino no
existe un Willy que haya grabado la escena para comprobar su inocencia. No
obstante, sus inquisidores quieren sangre.
Seamos congruentes, en México pasan miles de crímenes ante nuestros ojos. El
Maldad menciona sobre el nombramiento de Patrimonio de la Humanidad a Las
corridas de Toros en Baja California, y sin embargo los inquisidores ponen el
dedo encima de Aaron Pino como si se tratase del culpable absoluto de los
abusos contra los animales. Seamos sinceros, no somos capaces de
autoanalizarnos y aceptar nuestras culpas, y por eso necesitamos un chivo
expiatorio que cargue con todas las culpas del mundo. Qué patético. Llevamos
años hablando del derecho por los animales y hasta ahora sólo se ha puesto de
moda la denuncia por casos “lights” como dice el Maldad, mientras las atrocidades
y casos de violencia pasan ante nuestros ojos sin que nadie les tome en cuenta.
Hace unos días me pareció curioso que haya quien defiende a los
pseudoperiodistas que promueven el linchamiento o el Bullying en los medios.
Cuestioné a un tipo llamado Falcone: ¿por qué no utiliza los medios para
denunciar la violencia de género en Chiapas? Últimamente me han llegado
noticias de asesinatos, violaciones y desapariciones de mujeres, y tal parece
que a este chiapaneco sólo le interesa una denuncia ligera que no ponga en
riesgo su vida. Uno de sus defensores comentó que estas últimas denuncias sólo
competen a las autoridades correspondientes. Qué irónico, mientras a Aaron Pino
lo quiere juzgar una comunidad enardecida, los casos de discriminación y
atentados contra los derechos humanos deben ser denunciados ante autoridades
correspondientes.
Este caso
me hace pensar en una cuestión que me gustaría que se aborde de la manera más
madura. En México no existe una cultura de denuncia. Aprueban leyes pero no hay
una educación para aplicar esas leyes. Tampoco existe un mediador que sea
objetivo y neutral para poner el orden y explicar la manera adecuada de
utilizar una ley. La ley de Herodes nos recrea exactamente esta situación.
Recordarán que Vargas reinventa la constitución mexicana para extorsionar al
pueblo. Prácticamente es lo que está pasando en este caso, un grupo de amigos
se manifiesta en contra del maltrato animal, les aprueban leyes y piensan que
la manera correcta de fomentar el respeto por la vida es convocar a un
linchamiento. ¿En qué parte de esta historia la Ley funge como tal?
Mi postura
ante este hecho es neutral. Y vuelvo a repetir: respeto la vida, a los
animales, los seres humanos, a este planeta, las culturas. Y claro, también
pido justicia. Que a Aroon Pino se le dictamine un plazo de tiempo para que
investigue quién hace estos abusos. Si encierran a este chavo o lo lastiman
injustamente, los crímenes contra los animales en su ciudad no van a cesar, al
contrario continuarán; con la única diferencia de que ya no habrá más Aaron
Pino a quien echarle la culpa.
Para
concluir querría decir que los comentarios en contra de Aaron Pino son una
descarga emocional muy fuerte, que sólo pude experimentar horror. “Entre la
peste sólo tus manos” canta Saúl Hernández, y no me refiero a las manos de
Aaron Pino, sino a mis manos y a las de mi familia. La peste: ese odio
frustrado que carga cada persona.
María
Candelaria
(Xochimilco)
Argumento
Original de Emilio Fernández
Adaptación
cinematográfica
de Mauricio
Magdaleno y Emilio Fernández
http://youtu.be/P0i-yu87FkA
Video Blog
del Maldad
http://www.youtube.com/watch?v=UC27X_wS7G8
"Uno de los jaraneros más brillantes de su generación"
-The NY Times
"Polémico, creativo, desafiante y humorista".
-Los siete sabios de Grecia.
"Bastó con la habilidad del chico para el verso y la jarana, para patearme el trasero."
-Charles Bronson.
"Le vendí un consejo millonario por 20 pesos en el metro."
-Master Muñoz
"Toca bien, pero le hace falta aprenderse el Querreque y la Bruja"
-Un vecino.
"Me hizo una jarana que suena perrón".
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