29/11/12

Audio de: El Hueco.

Adiós a San Cristóbal

Al lado de una planta que sirve de melosa compañía, parafraseo las palabra de Hugo Gutiérrez Vega al salir de Querétaro: si regreso será por pendejo, ahora que hago el recuento de memorias de mi vida aquí en San Cristóbal de las Casas. Y hay tanto de razón en mi rebelde enojo, pues resaltan en mi frente las venas de la ira al recordar momentos tan destructivos que quisiera no recordarlos nunca. 
    Pero no todo fue tan malo, también hay momentos de sueño, momentos de compañía y momentos de la bohemia al lado de los personajes que conforman este pueblo. Y entre ellos puedo citar a Pancho Álvarez o a Pancho Urbina. A contados músicos con los que compartí el viaje: 6 años bosquejan un fingido abrazo forjado en el aire.
            A estos momentos luminosos pertenece esta grabación, a mediados de marzo de este año. Vivíamos en la Casa Jarocha, un lugar que bautizamos con este nombre porque nos imaginábamos un Hogar para el son jarocho. Una tarde de bohemia tuvimos la oportunidad de tener con nosotros a Pancho Urbina, y en su voz grabé uno de mis poemas memorables en mi imaginación: El hueco. Espero les guste.



Audio de: El Hueco

24/11/12

de Dormido en mi sensación



Epitafio a un alma solitaria 
                                                           a la memoria de mi padre
don Jesús Hernández Velasco
            I
Contemplo las vigilias del mar.
Las edificaciones que se hicieron
en el vuelo de los pájaros. 

La crueldad nos descompuso,
¿Cómo lo hizo?
No lo sé.

Las ciudades ríen a carcajadas
mientras miro el cuadro de un gato.
No encuentro el sentido.

Puente, si te das cuenta las almas
están intranquilas,
ya no hablan de su pasado
¿tienen cubre bocas?

                                                           II
No me he cansado de volar
en senderos de lenguas.
Lo único que me agota es ver el norte
soplando derecha a izquierda
mientras una sordera me invade
en los pantanos.
No está del todo mal saber que si te duermes en el espejo
te transformarás cada vez que machuques al viento.

(En un momento salgo,
estoy concentrado... ligereza.
Las lagartijas te contarán lo que he visto).
 
                                   III
¿Aún tengo algo que decirte?
Sólo que no me dejes vivir en los cactus.
Mirada. Parpadeo de miedo. Camisa soledad. Ya es hora.
Flecha al temor.
Mírame, ¡mira cómo quedé!
El tiempo y la humedad se están extinguiendo

cada vez que sacudo mis ojos
una muchacha se abraza a su insomnio.
Se aleja y se sienta en la constelación de autos.
Sostiene su puerta en la señal de su cuerpo. Volverá.

Mi dominio se descompone en la luz. Mi mutación
se complica en las paredes de dibujos infantiles.
Permite que me ría de ti
pero al manicomio lo pintan de esta manera.
Su plumaje la contiene de reírse.
Cascada de dolor.
Es mi galaxia.
La sensación de la esfera me platica,
la percepción del viento me platica,
escucho con atención,
                                                                       mi percepción se comprime:
llueve
brisa
el panal de la amapola desborda al muelle.
Las alcantarillas huelen a humo. Llevo días caminando y la barba me crece.
Pongo atención a las anécdotas que cuentan los vagabundos,
pongo atención cuando el sol se retira
a su otra tarjea del tiempo
y permanezco inquieto
ante la bruma que se desata en la avenida. 

Se le acaba el color a las capas de la nada.
Se le acaba el color a los templos.
Se aleja mi encarnación y corro para alcanzarla,
adiós sonrisa de mi alegría,
y gracias por hacerme sentir muy bien
>
Tomé asiento y pensé en el jardín del tiempo.
Nunca creí hallarlo, estaba sentado junto a mí.

                        IV
Copa. Las paredes se iban del lugar
permanezco inquieto fuera de los sueños.
Las tijeras se perdieron junto con los anteojos.

Mi mano marcaba una señal
en el silencio
mientras
la divagación nocturna
se va recortando en los tajos de los carriles,
vacíos que va dejando la gente
en los bordes de la realidad 

aproveché y pregunté al mundo cibernético
quién visitaba mis delirios.
            Nada supo contestar
                                  V
oscura quietud nos dejó esta ráfaga de sensaciones extirpadas
el río se interpone entre la marea y la espuma
cada vez que eso pasa tiemblo
el cerillo quema al foco del mar
no quiero perderme en el desierto de tus manos
porque los sueños no terminan en el puente
líneas de luces nocturnas ventana descubierta
¿por qué no puedo atravesar la puerta?
¿será que mi vida se nubló?

Basta de reír sólo cuando me da la gana
tu lámpara alumbra los suelos muertos          se apaga
hice varias visitas a los ancianos
en los asilos pondremos revistas pornográficas
y televisores que programen películas de asesinos
los locos quieren venir a vivir en los asilos
para defenderse de la vejez. 
Ya nada noto en los ojos de la risa, aquella nostalgia
ya no tiene sentido en las calles abandonadas.
El silencio en el espacio se da cuenta de todo.

                        VI
Pared, déjame dentro para que las banquetas
no me intoxiquen.
No quiero que los gusanos me coman.

He dormido tanto,
ya no sé dónde están mis pies.

Aquí habita un bosquejo
que el casero olvidó esparcir
en la luz de las cisternas.
Y es que este silencio no ha sido derramado
en todas las calles que espinan, para poder gritar. 

Cobija... puedo caer. Nunca me he perdido.
Pude contarle mis secretos al sendero.
Cuando llegues a la mitad del puente
te encontrarás con el espejo.
Por favor no le cuentes del miedo
porque las alas no te cuidarán,
no le cuentes de lo falso de tu soledad. 
Me preguntas por qué hablo
con las cosas
            —No lo sé.

              VII
¡Enlútense, mis flores!
¡Enlútense, mujeres de rostro pálido!
Mujeres vestidas de negro
caminando hacia una noche sin velo.
Abandonen la sala de estar
rayos de luna. 

Ya no habrá más invitados a mi rincón funesto. 

¡Enlútense, mis flores!
Ha llegado la hora de retirarme
de esta vida.
Es hora de retirarme
a mi sector de origen.  

de Dormido en mi sensación

      (Fragmento)
                VII


Esquinas de cada lado
bicicleta recargada en el poste
semáforo radioactivo inclemente
sismo onomatopeya circular
origen secular del niño diluido
cuerpo tendido bajo las llantas
aroma del solsticio aparente
esquinas de cada lado
esquinas de cada lado

por momentos veo tu sonrisa
y en realidad no sé en dónde estás
por momentos te contemplo
cuando corres
y me asombro
me asombra tu capacidad
libertad libre de ti
pareces perseguida por un espejismo
quiere revolcarte, poseerte,

como si no supiera que en ti no existe
el arraigo a espacios superficiales
mas parece que las olas te llevan de paseo
me preguntan los ciegos
si realmente pasa esto:
—no lo sé.

Los gatos no sueñan
sólo se divierten
y entonces te pregunto si hay otro sueño
que ronde tras de ti
y respondes:
—no lo sé, realmente no lo sé.

de Dormido en mi sensación

                (Fragmento)
 
                VI


El sueño no sale de las nubes
sino de la noche y
cada vez que se sitúa
en lo largo de la pupila
me desdoblo fuera del mar
mientras mi otredad
deja su piel para disfrazarme.

Mantén tu mano sobre tu cabeza
quizás sostendrás un poco mi aliento.

Cada segundo de psicosis
es un veneno en la piel de la mente.

La espuma marítima
guarda la piel de un reptil,
estática... perdida... sin manera.
La corriente de aire no podrá llevársela.

La imagen no sale de las nubes
sino de la noche.

de Dormido en mi sensación


(Fragmento)

                  IV
El movimiento del microbio
está ante nuestros ojos.
Demente, apaga la vela del clima...
Desaparece del antiguo molino de horas.
Si supiera hablar la lengua de la iguana
hablaría con el suelo.
El movimiento de las aguas del océano
está ante nuestros ojos. 
(Quizás el mundo que nos vigila
está escondido en los espejos).