29/6/14

Los pesimismos belicosos de un tal Walter Ego

                              Los pesimismos belicosos
de un tal
Walter Ego
Marco Antonio Hernández Valdés 


He aquí al Walter Ego, el fotogénico y renegado del pueblo, que cuando le quieren tomar fotos siempre responde como un majadero de elegancia: “nel, me cagan las fotos”. Extraño comportamiento cuya explicación la extraen de su niñez, cuando su mamá le ordenaba ir a la misa de las ocho de la mañana los domingos y siempre se negaba, pues su indiferencia por los asuntos divinos salía a flote con sus cinismos negligentes de cada mañana: quería ir a echar la cascarita con sus compañeros de escuela, y la mejor parte del partido lo iluminaba cuando las porristas lo aclamaban cada vez que iba a anotar un gol. Pero Walter Ego es fotogénico y no se lo cree. Se podría decir que él es el más fotogénico de todos los del pueblo, según nuestra concurrente Felícitas Aniego, que no deja de mirarlo y lanzarle adjetivos contundentes, listos para culminar los coqueteos del día con una contienda en cama.
Algunos otros sugieren que el mismo Dios quiso mostrarnos su divinidad en su rostro, otros que su procedencia comienza a formular desconfianza en los del pueblo. Hasta ahora nadie sabe de dónde salió.
Cuando mira a las muchachas, lo hace con cierta ternura, que es la ternura más sincera que se pueda uno imaginar, pero detrás de su aparente sonrisa angelical, habita un demonio al que todos detestamos. Su fingida dignidad deificada por mujeres de otros pueblos, comenzaba a acarrearle malos recuerdos desmenuzados en las cotidianas borracheras nocturnas con Felipe Noh, al que no le quedaba de otra que ofrecerle su casa cada vez que los corrían de la cantina. Compraban un par de caguamas y la noche los sorprendía a altas horas en su trayecto a casa del Felipe, cantando desafinadamente el cielito lindo o el me cansé de rogarle. Aunque el colmo de los males se presentaba cuando a las novatas del pueblo, lejos de causarles un sentimiento de odio, las atraía el verlo tan sonriente e inocente, aún en su faceta de borracho infeliz.

En nuestras reuniones nos mirábamos unos a otros tratando de encontrar sentido a este enigmático personaje, que ahora formaba parte del arguende y de los menesteres de barrio, aunque su diáfana existencia sólo lograba soltar más enigmas de los ya planteados. Era difícil saber qué hacía aquí y qué quería realmente.
      
Para la gente común y corriente, su presencia significaba la mismísima presencia de lo divino, pues se movía de acá para allá sirviendo para lo que se pudiera ofrecer y nunca le faltaba un consejo gastronómico, indulgente o psicológico, para contentar la rabia contenida de los encolerizados a muerte y sus ojos parecían los ojos de los seres divinos. Pero como ya dije, su presencia entre nosotros sólo destilaba un hálito de aspecto infernal, y nos era imposible aceptarlo como parte definitiva de nuestro abigarrado grupo de borracheras, los domingos en las canchas del fútbol o después de la misa de diez de la mañana en la cantina de Temo Condecente.
Bueno, y a todo esto, el único que lo aceptaba como parte de su familia era el ya citado Felipe Noh, pero porque tampoco lo queríamos; y siempre que teníamos la oportunidad defecábamos cualquier pendejada con tal de que se alejara de nosotros. La fusión de estos dos entes sólo provocó que el odio se extendiera sin razón alguna abarcando un radio de varios kilómetros a su redonda, incluyendo, desafortunadamente, a gente que los frecuentaba o se sumara a su decadente logia.

       —No sé qué les hice, si yo hago lo mejor que puedo para ser mejor.

Por si toda esta carta de recomendación fuera poca para destruir a nuestro Walter Ego, debemos exponer que le faltaban dos dientes, por consecuencia de alguna riña al provocar la ira desencadenada de algún desquiciado guardia de seguridad en un bar del centro. Este conflicto le generaba recuerdos inconsecuentes que alteraban de alguna manera sus estados de ánimo, por lo cual se mostraba ante el público como el más multipolar que pudiera existir en el mundo. Cada vez que abría la boca salpicaba fonemas incoherentes, incomprensibles, que sólo empeoraba las relaciones con la gente, víctima del hartazgo de nuestro eminente personaje, que me mira irreverentemente cuando se me sale contar a gente desconocida el cómo y por qué sucedieron las cosas, pues al finalizar mi historia los demás ríen a carcajadas, también echándole en cara al tal Walter Ego ser una mariquita chillona incapaz de defender su honor. Pero Walter Ego es incapaz de defenderse. Por eso busca la amistad del Negro, el único en el pueblo capaz de derribar a cinco policías de un madrazo.


Walter Ego busca la aceptación del grupo, pero siempre lo mandamos a la chingada. Nos busca porque lejos de querer nuestra aceptación, se quiere tirar a la hermana del Temo, y nunca tiene para comprarse o invitarnos las caguamas. Lo cual genera un ambiente de incomodidad entre los comensales. Lo miramos y saludamos al entrar a la cantina, pero una vez adentro nos hacemos los pendejos y fingimos hablar de asuntos de importancia portándonos tajantes con el susodicho, y cada vez que esto pasa, lo miro y pienso que su vida ha sido un martirio para todos. Sin embargo es tan valioso que el simple hecho de pensar tirarlo a la basura me irrita. Me irrita tanto que hasta las cosas que se reflejan en su interior, tienden a ocultar la realidad de este lado de donde me miro. 

acción poética

me dijeron ponte a hacer algo de provecho 
y me puse a cantar

efecto poético del Marco

21/6/14

unos momentos de reflexión

con toda la euforia ridícula por el mundial de fútbol
me inclino a pensar un minuto en los que pasan hambre
a cuántos se les comprará su vida para reducirla a unos minutos
        de emoción
a cuántos le da igual 
a cuántos le vale madres

ignoro lo que sea la patria, ignoro el por qué se le retiene y se le honra
me dan miedo los que afirman: negar la patria es como negar a nuestra madre
    mi madre nada tiene que ver con la patria
crecimos y nos criamos en un pedazo de tierra que nos quitaron
en un pedazo de tierra que nos subarrendan 
en un pedazo de tierra con olor a sangre
y vienes y me dices que el fútbol que México anotó y pasó a la siguiente ronda
que el orgullo de ser mexicanos
que hay algo que nos une

en lo que a mí respecta no sé nada de la patria ni de ídolos ni de zapatismos
de explotados y explotadores de políticos y anti-políticos
de los que se oponen o de los que se venden
si llegara a tener una patria 
ningún partido, religión o equipo de fútbol la representarán

sólo tus ojos tus colores y pensamientos
en general mis hermanos del mundo