hiérveme
hiérveme
de tu equilibrio fatigante
hiérveme
en tu equilibrio sofocante
intangible,
seco como las hojas
que se
secaron en mi terrible verano
hiérveme
de tu cólera sedienta de enigmas
en tu
refractario, en tus ojos
en la
cólera de los ornamentos
que deben
estar benditos
en tus
ganas de avanzar
y
alcanzar la luz del ocaso perdido
tras las
lomas del confín
hiérveme la sangre coagulada
de tanto
calor dentro de ti
absorbe
mis líquidos
obséquiame
tus pestañas,
prensan
tus ojos
diminutas
cerezas
cambiantes,
me enfrasco
del
fresco lienzo
y me
acurruco en tus certezas
mujer
nómada,
mujer
aire
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