28/9/12

tócame las espaldas




tócame las espaldas
siente cómo tiemblo,
siente el frío de este espacio,
siente mi temblor en ti
que es así como me sufren
los panales. 

tiempos antiguos
viven quemándome,
callándome 

por eso, ayúdame a dormir,
ayúdame a romper
con el mundo
que traigo acuestas
del ayer. 

mira a través de mis ojos:
tus suspiros me tiran
como los panales me tiemblan
en las espaldas desgastadas.

así tirado como estoy
sólo mis pájaros se alzan
y aquí quedo condenado
vertiéndome en la sábana
acurrucado en el sondeo
de la hoja sin nombre. 
                    
                    como quisiera enfrentarme...
                    pero así tirado como estoy                   

                    ni siquiera la risa de mi esfera
                    podrá levantarme. 


17/9/12

Sólo hay agua





Sólo hay agua,
agua en tus manos... como espiral
agua en tus senos que florecieron
entre mis manos.
Mis ojos se partieron en dos
una parte eres tú y el otro yo,
una es tu sal; el otro, mi piel,
una es tu mar; el otro, mi pene. 
El río se deformó
y la espuma se envolvió en las piedras,
el mar quiso desamarrar mis sueños
pero tu agua me mojó. 
Como si todo fuera ojos
partidos, cristalizados o nublados

voy, cambio de rumbo
ahora me dirijo a tu santuario.
Quiero sonreír mientras te dibujo
en las láminas de mi sueño.
Espejo florido, avísame de los abismos.
No quiero doblarme ante tu fragilidad.
Ojo silencioso, ella está aquí.
No puedo seguir viendo al silencio
cuando sé que nunca ha estado allí. 
En tu piel
que estés bien
que estés bien
que estés bien. 


12/9/12

Listos para el grito



Más que lista para el grito este dieciséis, Amy Cathouse posa para las cámaras en su letargo total para estos días, pues no nos debe sorprender que los acontecimientos que hoy azoran a nuestro país, son motivos suficientes para echar un vistazo a nuestra historia y a algunas lecturas para hacer un ligero esbozo de criterio en torno a ésta.
         Esta “pinche” gata maliciosa, que no desaprovecha ni un momento para hacer de las suyas, se tomó su tiempo para releer algunos párrafos selectos para recordar el memorable grito de independencia y, sobre todo, para preparar la garganta y entonar alguna que otra canción tradicional que nos levanta el orgullo, y acompañar su velada con tequila y aguardiente, lo que nos hace pensar en una Amy Cathouse desollada por sus inconvenientes.

Para el gato mexicano promedio, los héroes se colocan en altares y sirven para ser venerados y admirados por sus adeptos, lo cual origina un sentimiento de desapego en Amy, puesto que, no pudiendo soportar sus ímpetus, se apega a la resolución benevolente de aparentar no hacer caso de lo que los otros gatos piensen de los íconos en los que se les obligó creer. Mientras se lava las patas y broncea su panza, echada en el patio de la casa, recuerda aquellos días de la primaria, cuando sus maestros recitaban en un tono de aburrida homilía los acontecimientos relevantes que hicieron de nuestro país una Nación independiente, y le parece que seis años de historia es suficiente para programar a una persona, y sobre todo, para proclamar a una persona el héroe sin incidencia en este país.
         Cuando se topó por primera vez con Los pasos de López de Jorge Ibargüengoitia, cuestionó su sentido de honor, bifurcando sus alegorías en torno a la vida consecuente de un héroe ficticio al que sólo le importaban los derechos de una clase, y concluye con que es necesario replantearse la historia, y bajar de sus pedestales a personajes siniestros que, lejos de causarle inspiración, sólo nos arraiga un sentimiento apegado a un símbolo. Con humor y crítica, Jorge Ibarguengoitia nos cuenta el movimiento de 1810, con un sentido humano. Los personajes no se parecen a estas estatuas a las que les guardamos respeto y alabanza, puesto que nos los presenta como debieron ser realmente: simples seres humanos cuya importancia en la historia es determinante, y no como una fantasía menesterosa, su sarcasmo radica en presentarnos una realidad farsante en la que el mexicano está condenado a abordar la vida como una tragicomedia.
         Para celebrar el grito, Amy Cathouse nos invita a sentarnos a la mesa y en vez de tomarse un tequila o una cerveza para celebrar una fiesta que ya se convirtió en parranda, mejor nos replanteemos nuestra situación ante esta fiesta, y nos preguntemos por una vez en la vida: ¿por qué y a quién celebramos?