28/8/13

Surrealismo mexicano, como en las películas

Antes de leer les manifiesto mi respeto por los animales, los humanos, la vida en este mundo y en el universo y lógicamente actúo de tal forma que no dañe o atente contra la vida. Pero eso no significa que tenga que condicionar mi opinión para darle la razón a la mayoría. Tampoco quiero lavarme las manos cuando tengo el derecho de expresar una postura, y más cuando se trata de un caso surrealista, a la mexicana.
    La semana pasada, la imagen de un perro crucificado se volvió viral en la red. Todos saben de cuál se trata (este bazarero prefiere describir la imagen de manera superficial, a modo de que el lector sepa a qué se refiere. Querría ser consecuente y no desatar la ira encolerizada y ni siquiera el morbo de los que suelen visitar este Blog). Aaron Pino Martínez se volvió una víctima más del Bullying en los medios, tras haber recibo incluso amenazas, de un pueblo enardecido, que reacciona ante esta imagen, pero es incapaz de reaccionar a problemas de mayor trascendencia como el caso PEMEX o la reforma energética.
   Conforme pasaron los días, este mismo personaje cometió el error de enmendarse vía youtube ofreciendo una disculpa y una aclaración de los hechos. Para su mala fortuna, la composición de la fotografía era deprimente y de la misma no resultó ningún mensaje positivo para acreditarla como una sublime composición artística, pues se prestó más para el morbo que para su apreciación.
   Días después, el Maldad grabó un video en el que analizaba detalladamente puntos trascendentales que podrían servir como mediadores en el problema. Enfatizaba puntos que este bazarero ya se había cuestionado, y que parecen ser preponderantes para servir como apoyo a los mediadores del caso. La mayor parte de la gente se pronunció rápidamente en contra de Aron Pino con comentarios sumamente emocionales como: deberían crucificarte a ti también, eres un psicópata y mereces morir, deberían colgarte de los huevos, frases intestinales e increíbles que sólo nos dejan entrever que el verdadero psicópata y enfermo mental es aquel que profiere una amenaza dictaminada por la sed de odio. Hasta ahora no puedo creer que los medios logren ser un canal de catarsis para vomitar toda la porquería que uno lleva dentro, cuando deberían ser utilizados con ética y profesionalismo. El periodismo incluso me parece cada vez más patético. El periodista común y corriente en México, lejos de ser un ente neutral que disipa las noticias con veracidad y honestidad, ahora se encarga de aplastar y vengarse de la gente a como dé lugar. A este último género periodístico se le llama amarillista y su imaginación viaja a la velocidad de la luz, como el vocero La voz libre, que tergiversó la noticia dando por sentado los hechos.
    Se ha hablado de los derechos de los animales desde siempre, y este bazarero ha sido testigo de las atrocidades cometidas por entidades demoniacas, surgidas del menesteroso mundo de la farándula san Cristobalence. En una ocasión un español con pintas de activista que se paseaba a gusto con su perro en el andador de Guadalupe, de pronto le propinó una patada a un perro de la calle. Un argentino reaccionó al instante y le dijo: No le pegues a Solovino es un perrito callejero, a lo que el activista contestó con una cara de mamón: “mmm, pues con razón se comporta como salvaje, si no lo tienen amarrado…” y al pasar enfrente de mí le grité: al que deberían amarrar es a ti compa, tienes un genio de la chingada. Y es en serio, qué culpa tenía el perro callejero de los embates que la vida le pegaba a su verdugo que desafortunadamente no fue captado por ninguna cámara en plena acción.

El asunto Aaron Pino me hace pensar en María Candelaria. El lector que vio esta película dirigida por Emilio Fernández, sabrá que María Candelaria era una indígena. Un día un pintor quiere hacer una pintura de ella desnuda. Sólo logra pintar su rostro, y cuando quieren desnudarla para pintarla de cuerpo completo, se niega y huye, a lo que el pintor propone: “Casi tenía yo la seguridad de que iba a pasar esto. Los indígenas son así, y por eso no he logrado arrancarles sus virtudes…”, sin embargo el pintor terminó el cuadro con el cuerpo desnudo de su asistente.
    Cuando una vecina descubre el cuadro, inmediatamente corre a alebrestar a la gente de Xochimilco, que al ver la pintura se encabrita y decide echar a María Candelaria de su Chinampa. “Échenla”, gritan. Un contingente de gente ofendida y dispuesta a todo, la persigue hasta el pueblo a donde ella corre por ayuda, pero finalmente le dan muerte a pedradas. No sé si esta película sea bastante para explicar que si se comete una injusticia por otra, eso nos hace peores que el criminal.

La escena, sin embargo, me parece tan grotesca como ese capítulo de los Simpsons cuando a Homero lo estigmatizan como el gran pervertido por haber quitado del trasero de una niñera un dulce. Sólo se comprueba su inocencia por el intendente Willy que curiosamente estaba por ahí y grabó la escena. Homero limpia su honor, sin embargo la gente ahora se abalanza contra Willy. En el caso Aaron Pino no existe un Willy que haya grabado la escena para comprobar su inocencia. No obstante, sus inquisidores quieren sangre.
   Seamos congruentes, en México pasan miles de crímenes ante nuestros ojos. El Maldad menciona sobre el nombramiento de Patrimonio de la Humanidad a Las corridas de Toros en Baja California, y sin embargo los inquisidores ponen el dedo encima de Aaron Pino como si se tratase del culpable absoluto de los abusos contra los animales. Seamos sinceros, no somos capaces de autoanalizarnos y aceptar nuestras culpas, y por eso necesitamos un chivo expiatorio que cargue con todas las culpas del mundo. Qué patético. Llevamos años hablando del derecho por los animales y hasta ahora sólo se ha puesto de moda la denuncia por casos “lights” como dice el Maldad, mientras las atrocidades y casos de violencia pasan ante nuestros ojos sin que nadie les tome en cuenta. Hace unos días me pareció curioso que haya quien defiende a los pseudoperiodistas que promueven el linchamiento o el Bullying en los medios. Cuestioné a un tipo llamado Falcone: ¿por qué no utiliza los medios para denunciar la violencia de género en Chiapas? Últimamente me han llegado noticias de asesinatos, violaciones y desapariciones de mujeres, y tal parece que a este chiapaneco sólo le interesa una denuncia ligera que no ponga en riesgo su vida. Uno de sus defensores comentó que estas últimas denuncias sólo competen a las autoridades correspondientes. Qué irónico, mientras a Aaron Pino lo quiere juzgar una comunidad enardecida, los casos de discriminación y atentados contra los derechos humanos deben ser denunciados ante autoridades correspondientes.

Este caso me hace pensar en una cuestión que me gustaría que se aborde de la manera más madura. En México no existe una cultura de denuncia. Aprueban leyes pero no hay una educación para aplicar esas leyes. Tampoco existe un mediador que sea objetivo y neutral para poner el orden y explicar la manera adecuada de utilizar una ley. La ley de Herodes nos recrea exactamente esta situación. Recordarán que Vargas reinventa la constitución mexicana para extorsionar al pueblo. Prácticamente es lo que está pasando en este caso, un grupo de amigos se manifiesta en contra del maltrato animal, les aprueban leyes y piensan que la manera correcta de fomentar el respeto por la vida es convocar a un linchamiento. ¿En qué parte de esta historia la Ley funge como tal?

Mi postura ante este hecho es neutral. Y vuelvo a repetir: respeto la vida, a los animales, los seres humanos, a este planeta, las culturas. Y claro, también pido justicia. Que a Aroon Pino se le dictamine un plazo de tiempo para que investigue quién hace estos abusos. Si encierran a este chavo o lo lastiman injustamente, los crímenes contra los animales en su ciudad no van a cesar, al contrario continuarán; con la única diferencia de que ya no habrá más Aaron Pino a quien echarle la culpa.

Para concluir querría decir que los comentarios en contra de Aaron Pino son una descarga emocional muy fuerte, que sólo pude experimentar horror. “Entre la peste sólo tus manos” canta Saúl Hernández, y no me refiero a las manos de Aaron Pino, sino a mis manos y a las de mi familia. La peste: ese odio frustrado que carga cada persona.

María Candelaria
(Xochimilco)
Argumento Original de Emilio Fernández
Adaptación cinematográfica
de Mauricio Magdaleno y Emilio Fernández
http://youtu.be/P0i-yu87FkA

Video Blog del Maldad

http://www.youtube.com/watch?v=UC27X_wS7G8

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