Veo.
Acción confusa.
Todo se mueve allá arriba. Tal vez es un estado de
no-ver el que experimento. Un estado de transición en el que me quieren hacer
creer que sigo con vida. Un engaño vestido de una dolorosa y nauseabunda
presión que me oprime el pecho, una tarántula venenosa que imprime su baba en
mis cejas cercenándolas hasta derretirme. Se siente como si todo estuviera dislocado
en la realidad. Nada se mueve; sólo sombras. Permanecen estáticos. Gestos de
confusión. No creen lo que pasó. De pronto el dolor ya no actúa sobre mí. A
momentos se trata sólo de una punzada en mi cerebro destrozado cuyas
sensaciones son confusas, llenas de contradicciones y de algunos saltos de
nervios que no actúan sobre mi cuerpo dormido y enajenado por la confusión, que
acarrea un no saber qué es lo que está pasando -y en medio de estas
contracciones de huesos y sentidos, siento intervalos de lucidez (la lucidez
viene con su estúpido sopor que provocan los miedos a no ser yo). ¡Y que la
esperanza no venga en este instante a dar su golpe de gracia! Quiero que todo
pase sin sorpresa alguna. Que alguien llegue y obstruya mi campo de visión y me
deje con los ojos cerrados o sin moverme. Estoy sofocado, todo lo que involucra
la acción de ver me está matando. Ahora lo entiendo, por los ojos entra la vida
y todo lo existente. No hay dios ni anti-dios en este minúsculo espacio,
ninguna luz viene a dar claridad a las sombras que se mueven allá arriba y que
se quedaron estáticas: el viento ya no causa su efecto en mí. Apenas y lo
siento. Apenas y tengo razón de lo que acaba de pasar. Es como si el tiempo se
hubiera detenido para mí. Pobre imbécil que soy, quizás esta sea mi muerte.
Parece una simple pesadilla. Todo me molesta: lo que haya pasado dejó abiertos
mis sentidos y mis poros a nuevas sensaciones ajenas a todo. Cualquier tropiezo
de cualquier molécula viva con mi cuerpo, me entra y sale de mí. Los nervios
están abiertos también; algo me permite sentir, pero bajo una oscura capa de
dolor que parece obstruir mis razonamientos. Miro bajo una sombra, todo se
quedó en un recuerdo desviado por el pensamiento. El caso es que no tengo
recuerdo reciente, sólo escenas que pasan volando por mi memoria, se borra. No
puedo moverme, ¡que alguien me despierte! ¡Que alguien me haga entrar en razón!
Pero nada, sólo veo una ligera mano que se acerca a mis ojos y los cierra, y
todo desaparece y yo, sin movimiento ni razón alguna de lo que está pasando.
Ahora sólo escucho voces pero muy lejanas, parece que cada vez se van alejando
más de mí. Un silencio me inunda. Me ahogo en este silencio que lleva un
remolino al que desciendo conspirando contra mi cuerpo inmóvil. Se me secan los
sueños. Se me secan las pupilas y no hago otra cosa que esperar en este intento
inútil que me sofoca y cada vez se vuelve más insoportable. Y me siento
incómodo como un niño que juega a las canicas con un adulto que se las quita y
huye corriendo. Siento los electrochoks, pero es el último indicio que tengo de
mis sensaciones. Mejor iré a la luz.