27/2/12

A los ojos de mi musa

OJOS EXTRAÑOS






El silencio en que existes tú es tan delicado.
Como el aroma del pétalo agitado
que cortaste en el jardín de los besos.
Ojos misteriosos, mirada extraña.
Tus ojos se abren como capullos selectos
el día de la creación.

Teoría del origen según yo

El origen 




Tal vez el origen del universo no es otra cosa que el producto de un berrinche de novios y sin embargo nos hemos pasado la existencia tratando de dar con el clavo para explicarnos, con teorías científicas, dicho origen. Si mi teoría tiene éxito me volvería tan famoso como Newton, Darwin o Albert Einstein, y mi nombre reposaría en el santuario de los póstumos. Si no les convence, al menos no descarten la idea.



Los hombres dedicamos todo nuestro esfuerzo para lograr ganarnos el amor de una mujer, y mediante nuestras virtudes tratamos de apantallarlas y ganarnos su amor. Quizás Dios hizo lo mismo. Creó el universo para mostrarse ante su musa como el Ser que es: Supremo, Poderoso, Virtuoso. La musa, maravillada de tales proezas, regalaba a Dios esas miradas de asombro aptas para la ocasión, pero no estaba dentro de sus posibilidades corresponder al cariño de un Ser sumamente Amoroso, Bondadoso y Perfecto. Quizás porque se sentía, digamos, empalagada o intimidada ante un Poder y un Amor de significativa Magnitud. Decidió nomás porque sí, que lo correcto era buscarse un dios, no menos importante ni tan poderoso como el Dios Virtuoso y Divino, despejado en su mente, pero que sí se ajustara a su perfil. Y ante este panorama que se abría ante sus ojos, Dios reaccionó a la altura de un simple mortal encolerizado por las circunstancias e hizo el berrinche de novios. Y no le quedó de otra que crear al hombre a su imagen y semejanza para desquitarse a la mala, desaparecer y abandonar su creación, a la que dejó sujeta a la entropía y decadencia, mismas a las que estamos condenados por obligación.



Lo que aún no sabemos, ni mucho menos nos hemos planteado, es que podemos desquitarnos de la misma manera: hacer el berrinche y abandonar nuestras minúsculas creaciones que podrían estar a la altura de Dios, pues fuimos consolidados a su imagen y semejanza.








Huir y dejarnos sujetos a la incertidumbre, a mi parecer, fue una sutil elección.




22/2/12

La ausencia que dejaste en...


                                               I

La ausencia que dejaste en San Cristóbal está tan llena de ti
llena de mí llena de todo y sus dimensiones arquean monumentos
astrales que se alzaron durante la estadía de tus ojos sobre su lomo
se disuelven sus gritos en mi paciente brío en mi pecho flemático
y escucho sus quejas bajar las banquetas a altas horas de la noche
buscando un lugar para esconderse de la lluvia
y me empeño en saber si mi precariedad parece tan nihilista
o arrebata el insomnio a los carentes de sueño
pero nadie responde a mis caprichos

                                               II
¿tu ausencia es presencia o aparición?
¿etéreo ser que palpita o fantasma tatuado en los contornos de mis ojos?

salgo a caminar sigo el rastro de tus pasos de tu sonrisa elevada al silencio de las nubes
a esa potestad de ser una ciudad poblada      de sol de sombras de tu presencia de tu ausencia
litoral de un enclave que adormece y mese sus hilos en las vueltas que das mientras avanzas

y siento que tus brazos aún se mueven con la ligereza con que palpaste mi rostro
que persisten en su eje en algún lugar escondido
y al lado de mi cuerpo reside un cuerpo tan diminuto y tan lleno del calor que anestesia y envuelve
                                   y me devuelve a esas noches de primavera entre tus piernas
                                   pay de cereza que no empalaga
                                   desgaja mi lengua poco a poco
                                   mas no empalaga, se filtra a mis venas
                                   y muero por sentirme en toda tu piel
                                   me abate la sed de néctar que tengo de ti
                                   y aún te tengo noticias

afuera la planta dejó de respirar y ya intentamos revivirla,
se apoderó de su núcleo el inflamado verano que se anuncia
a las puertas de una calma que ya no pudimos contemplar
¿será que tu fantasma, el que ronda aún tus pasos
en esta casa vacía, continúa su travesía en silencio?

tú, emblema de ojos en los que aún suelo mirarme
me abrazo a tu aroma con ese aletargamiento de no saber y saber
de no querer saber y de querer saberlo todo
de saciar con un suspiro todas mis emociones
que desenvolviste
como el dulce que te di anoche

me agobian estas ganas de querer salir a las calles
y gritar tu nombre para ver si tu sombra
da rastros de vida
de preguntarle a tus pasos si aún sigues ahí
si aún te mueves
si sigues aquí, en el regazo de una ciudad perfumada
de tu dimensión, sobre tu eje de otros sonidos, de otros bosquejos

                                               III
te digo que saldré a buscar un control remoto, pausar el tiempo
para quedarnos aquí suspendidos entre remolinos
en una cama también llena de ti


20/2/12

Movimiento musical en San Cristóbal de las Casas

Divergencias, planos y opiniones






San Cristóbal de las Casas, Chiapas, aparentemente hoy en día es una ciudad nutrida y beneficiada culturalmente y se nota porque el año pasado le entró con ganas el director de educación, cultura y recreación, a la difusión cultural. Los eventos musicales y artísticos se volvieron una especie de carta de recomendación a los foráneos, y con ello nos dimos cuenta de que San Cristóbal definitivamente es capaz de una apertura opcional para las expresiones artísticas, y que el estigma de conflictos pasados no ha rezagado del todo su espíritu creativo.

Lejos de pensar en un movimiento beneficiado por una simple autoridad cultural, asumimos que existen foros definidos en los que se llevan a cabo labores artísticas dignas de referir, pues el apogeo de San Cristóbal de las Casas finalmente radica en la participación colectiva de una comunidad creada por artistas dispuestos a alimentar el mismo movimiento, en que músicos, poetas, pintores, rotan de acá para allá en su continuo quehacer.

Sin embargo, al mismo tiempo nos muestra una cara ambigua que delata a ese otro san Cristóbal inmerso en sus luchas psicológicas, histéricas e incluso, a veces, prehistóricas, precarias y territoriales (para el lector ajeno a estas tierras, aclaro que los territorios de combate son dos andadores turísticos, en los cuales, la inmensa pugna entre personajes de un bando y otro se canaliza mediante la eterna disputa por un lugarcito para llevar a cabo el abnegado folklor de subsistencia cotidiana, —este bazarero ha sido testigo de crueles situaciones en las que a veces se ha visto involucrado, pero denunció en su momento y quisiera citar un ejemplo de estas pugnas: hay policías que no permiten siquiera una nota en el aire, puesto que su mal humor y síndrome de inferioridad, les genera una histeria que da miedo). Un San Cristóbal que podría concursar con otras ciudades en materia de arte fecal: la farándula y el espectáculo, y que podría discutirse un galardón o un premio del tamaño de un Óscar, gracias a la intensidad indiscutible con la que sostiene su mérito por las nuevas tendencias al ego, que nos muestran la fachada de un pueblo contemporáneo y tal vez sucedáneo, al que le interesa descubrirnos un rostro en silencio, envilecido por su contumaz protagonismo protocolario, reducido a sus dos andadores, que funcionan como pasarelas cartesianas a cuyo entorno gira el universo de San Cristóbal de las Casas. Aquí, ante estas multitudes subordinadas al panegírico obligado, reside el ego por excelencia. Y es sorprendente la ruta que ha tomado su evolución: la fragmentación, (hace un par de años, un bajista cuyo nombre no quiero recordar, me invitaba a ser testigo de: El concierto del “Mejor Grupo” de San Cristóbal de las Casas, y a tan tamaña vanidad me vi forzado a refutarle en su cara que todo dependía de quien lo viera, pues si su premisa requería planteamiento podríamos citar a Maná como el Mejor Grupo de México).

Valdría la pena detenerse un poco para profundizar la observación de los andadores. Cuando, hace seis años, puse por primera vez un pie en San Cristóbal de las Casas, sólo existía un andador y Real de Guadalupe era simplemente una calle común y corriente como otras, cuyo atractivo se justificaba con los mismos puestos de ropa y artesanía indígena que hasta la fecha persisten, pero la calle no era un artículo de primera necesidad.

En frente de la Casa del Pan se encontraban Los Talleres, una suerte de bar pero de aspecto bohemio, en el cual se llevaban a cabo conciertos, exposiciones, talleres y otros eventos culturales. Los conciertos representaban la total hermandad que existía entre los músicos en aquel entonces. Esto permitía comunicación y comunidad.

Por alguna vaga razón, cuando esta calle adquirió el título de Andador, una extraña energía poderosamente maléfica absorbió el ambiente sereno y mágico, y a su vez un reinado de terror y vampirismo se instaló en estas dos zonas que parecen acordonar la mente de los que aquí moramos, puesto que detrás de estos horizontes no hay nada.

La existencia de estas pasarelas redime de alguna manera a los locatarios, pero reduce nuestro campo de visión condicionado a una masturbación mental en la que el turismo y el comercio se fusionan para un bien común, puesto que el resto de este pueblo es lo desconocido, a donde la odisea cristobalesca sería de carácter histórica y radicaría en adentrarse o aventurarse a estos paisajes ignotos sin un instructivo a la mano que nos explique cómo hay que abordar dichos sectores.



Algún pesimista exacerbado me hacía la observación, retrógrada y trillada de que: en todos lados pasa lo mismo. Entonces ¿no hay de otra que atenernos al pusilánime y conocido folklor de asumir nuestra impotencia y resignarnos a la etiqueta que nos concierne o han elegido para nosotros? La cuestión es que si en todos lados pasa lo mismo, entonces lo mismo da ir o venir de un lado a otro, puesto que a donde quiera que vayamos, nuestro estigma, que condiciona nuestras acciones, sólo demostrará que aquí o allá, o en cualquier parte, nuestro destino está ligado a la misma putrefacción a la que nos hemos acostumbrado pero a la que no queremos renunciar porque se nos ha hecho un estilo de vida apegado a nuestros actos. Si esta histeria no termina, sólo seguiremos alimentando otra histeria cuya extensión sería colectiva, y se arraiga día con día a las pasarelas a donde la vida no vale nada.

Instrucciones para encontrar al amor de su VISA


Las vicisitudes en las interacciones

sociales dentro de los bares

a altas horas de la borrachera




Las vicisitudes originadas en torno al planteamiento de un espacio para llevar a cabo las prácticas amorosas, producidas por las feromonas (durante su proceso de alocamiento) tras una noche de jarras, cervezas y búsqueda de eso que llamamos el amor de nuestra VISA (en un contexto sancristobalence), radica en que entre más rudos y malos nos veamos, más nos acercamos a imitar la imagen de ese enigmático prototipo de hombre deseado por la mayoría de las mujeres que, en su ritual de apareamiento, buscan al más fuerte, viril y enamorador de todos. ¿Por eso vienen a los bares?

Estas vicisitudes se plantean sobre todo en la manera de interactuar y agradar a la güera en cuestión. En cierta ocasión, en una de mis visitas a un bar, recuerdo que nos sentamos un amigo y este bazarero con un par de mujeres cuya procedencia era Tabasco. Nos arrellanamos para poder ser parte de su plática y entablar una relación que no fue más allá de un simple intercambio de emotivas frases reservadas para la ocasión. Al lado de nuestra mesa, un impecable séquito de hombres seductores y dispuestos a obtener una noche de pasión a cualquier precio, miraban con desdén nuestra hazaña: traspasar esa primer barrera que obstruye el paso al siguiente nivel, comenzar una pedestre charla digna del tópico argumentativo del chango-león, uniformado de su trivial traje de conquistador en masa, que le aumenta puntos ante debiluchos e intelectualoides como nosotros, que en nuestro simple intento de preservar nuestra escuálida especie, brindamos nuestro humilde corazón, que es lo poco para ofrecer a damiselas como las de nuestra mesa, que al final de la noche, y a pesar de nuestros intentos de obtener su atención, caerán en las redes de nuestros amigos: los chango-leones.

Quebrar el hielo o hablar a calzón quitado representa una parte primigenia en el borrascoso mundo de los bares. Sobre todo durante aquellas noches cuando el sabor de la salsa está al punto clave y permite el agasaje. De fondo los contrapuntos prometen algarabía y sabor. Cuentan los expertos que el beso dentro del baile es una manera atrevida que da resultados favorables. 1.- si la mujer acepta esta práctica, que se aleja de los convencionalismos y tratados de respeto entre las parejas de baile, quiere decir que está dispuesta a pasar al siguiente nivel, que es el del besuqueo y agasaje corporal (actividad que entra en cuestión, puesto que en una de tantas noches fui víctima de mis arrebatos al dejarme llevar por mis emociones y sobre todo, por mi instinto de satisfacer a toda costa mis urgencias. Acepté bailar con una chica jacarandosa que me invitó a participar de sus deleites, puesto que el baile, antes cadencioso, declinó en una danza de apareamiento absoluto, sin tantos planteamientos u coqueteos de preámbulos fantasiosos, pero sólo quedaron ahí). 2.- si la mujer deshecha esta práctica, su semblante, ojos, expresiones, gestos, qué se yo, apelarán al oportuno dicho: el respeto al derecho ajeno es la paz.

Más tarde, cuando nuestras compañeras habían optado por retirarse, nos unimos a otras dos que ya habían robado nuestra atención, y de las cuales una se parecía a Amy Winehouse, (curiosamente me senté a platicar con ella). Uno suele sentir nostalgia de la vida, de los lugares, de las charlas sustanciosas, de la tertulia ocurrente, de las noches bohemias, de las noches lozanas; nostalgia irreprimible de platicar amenamente con una mujer, y enfatizo, de simplemente sostener una rica y amena charla, pues es el ser sublime que ha inspirado tanto nuestras vidas: ¡Oh! mujer. Con el simple hecho de intercambiar unas palabras con ellas, uno suele satisfacer esa parte que nos demanda tener un contacto humano, aunque sólo sea para decir: hola ¿cómo estás? Esta noche corrí con la suerte de lograr una interacción amena.

Para mi mala fortuna, el chango-león que parecía un águila acordonando a su presa, se auto-invitó a nuestra charla con el tópico representativo de su especie. Corté de tajo su intervención, descargándole una bofetada con guante blanco, y la traje de vuelta a nuestra conversación, que ya estaba dando buenos resultados. Fue cuando se me ocurrió escribir las crónicas de este bazarero en el universo arrabal de los bares, con el título ya conocido: Instrucciones para encontrar al amor de su VISA.