Pregón
II
cuando el
alba nos alcance apaga el requinto
cuando el
alba nos alcance apaga el requinto
cuando el
alba nos alcance apaga el requinto
cercena
la melodía y la vuelca hacia sus lados ecuatoriales
mancilla
su roedora franela de canto vespertino
ya las
musas dejan sus zapatos, es hora de abandonar la tarima
dejarla
descansar en el brío de una sedienta mañana
pulverizada
por sus raíces maquiavélicas
continúa
la fiesta, el festín que reconcilia a las almas
botadas
al río —un atardecer se desvanece en mis ojeras—
veo la
sensación de los músicos temibles y abrazados
a su
diagonal contemplación
ese
instante en el que los ojos desorbitados parecen irse lejos
de donde
se encuentra la música, y palpo el instante de la agonía,
del
nacimiento perpetuo en el balance de los párpados
nada
revolcará nuestra danza de ojos porque orbitan aún en el fandango
sólo esta
musa de sueños que se desprende de nuestras ideas
estamos
de acuerdo y celebramos nuestro trance revolcados en el suelo
los
músicos se empeñan porque nada detendrá nuestro canto
la mulata
mañana nos abre las alas y su esplendor nos regocijará
cual
ánfora de piedras de río sobre nuestro lomo descubierto
le
debemos nuestras notas
le
debemos nuestros zapatos
le
debemos el sol que avanza
sobre
nuestras cabezas acompasadas
nada
detendrá el fandango
ni
siquiera el toro masacrado
los
únicos toros que conozco son de cacahuate, guanábana y coco
también
hay jugo de piña, recibe el escarmiento
la
muchedumbre celebra masacrando al toro
los toros
que nos
temen
su temor se dibuja en nuestros ojos
brillan
ante la masacre-masacre pudor alma y eternidad
sus ojos
lloran ante el salvaje
botellas
de estiércol
botellas
de silicón
ya su
cuerpo ni lo siente el
silicón me atrofió los pensamientos (dicen)
ya sus
vísceras se retuercen bloqueadas dormidas retorcidas
y la
adrenalina permea los senderos de su corazón agitado
carcomido
por especímenes de diarrea trajinada
qué
eternidad nos diste para sentirnos dueños de tu universo
qué
contienda deberá seguir el hombre vuelto hacia su salvajismo
ante los
ojos de un toro al que no le explicaron su situación
su
devaluada retirada ¡toro-toro! ¡rumiar, rumiar! es lo menos que le permiten
cuando
llegue la aurora desplomemos nuestra alabanza al creador
de esta
realidad virtual de esta otra realidad virtual agazapada
desmembrada
en el fragmento de nuestra ley obsoleta
cuando la
aurora llegue no me mires de espaldas ante ella
su alma
boreal se manifiesta en el cielo de su río
y los requintos
ni han ido hacia su perfecta alabanza
comienza
con un fraseo críptico o un fraseo de rebeldía
todo o
nada
la gente
está alegre
le daremos de comer
sólo
necesitan acción más acción en el espectáculo
¿necesitan
un mundo fuera?
¿nos
verán llegar al alba?
son tan
hermosos, tan humanos,
a veces
los confundo con dioses
¿o son
ellos los que Me confunden con humanos?
¿desperdician
su inestable razón?
abraza la
madera siéntete parte de esta difteria
la peste,
si la ves de cerca, parece otra junto a tus manos
los
gusanos vendrán a este aposento
Toros y
Carne
nada más
reconfortante que comenzar una semana
ligada a
mis auras, ligada a mis cantos vespertinos
me
afianzaré a tus reglas y detendré mi canto
no estoy
de acuerdo contigo
los requintos
nacen de nuevo, las musas suben a su tarima y la palpan con los pies casi
deshechos por la epidemia pero mostramos luz y eso es lo que importa, nada
tiene sentido ni lo tendrá, somos músicos ante la cruel noche de los símbolos
no
esperes el alba sobre tus hombros descubiertos pues te daré una aurora bajo tus
pestañas prensadas al astro que se apaga
no
esperes la aurora ni siquiera cuando estés a punto de verla pues te daré una
noche apocalíptica sin rastros cotejables
no
esperes nada de mí pues estoy a punto de embarcarme en la odisea de mis días y
no podré mirarte cuando zarpe en otras lunas
no
esperes incienso ni crepúsculos tónicos pues palparé tus mejillas siempre y
cuando me inspiren calor y canto
no
esperes nada de mí, soy una cripta enterrada en los recuerdos de otros tiempos
olvidados, ni siquiera los recuerdo
no
esperes un aventón de mi parte, soy el que pide aventón al lado de las
carreteras en espera de un aventón de tu parte
¡callen!
¡callen!
¡ya
viene!
¡ya
viene!
el alba
nace en las manos
se
escurre como pergamino
alba
sedienta de nuestras notas
nadie la
tocará
quédense
quietos y palpen con las voces
el núcleo
de su órbita
¡saludo
al alba que viene
montada
en sutil carruaje!
¿y el
viento que la detiene,
cortejo
es de suave encaje?