El chango-león como personaje
mítico-mitológico
El chango-león es un personaje mítico que radica, es y existe, y no sólo en mi imaginación, sino en esta realidad, escenario y epicentro de nuestras actividades cotidianas. En serio. Los he visto en porciones de dos o tres, vagar las calles ensimismados en el letargo de la existencia, y argumentar una y otra vez ser los portadores de la verdad en un contexto perenne e incuestionablemente latinoamericano. El chango-león simplemente “Es”, aunque las miradas caóticas de severos críticos promulguen mi retirada al mundo de los locos. Juro que es cierto. El chango-león es quizás una nueva tendencia de la búsqueda de una identidad y aceptación como miembro de esto que llamamos sociedad y que hemos forjado como recurso para instalarnos en determinados espacios.
O, quizás, el chango-león es una extensión de la contracultura, mas no sabemos si son los herederos directos de los Jipitecas, para contextualizar su origen. Pero, su exigencia en la existencia es la de auto-declararse un ser vivo y capaz de decidir entre tumultos y artimañas que la engañosa propaganda nos oculta tras sus pancartas.
El Chango-León es un ser carismático y capaz de comprender e interactuar tanto en el underground como en este plano mediático; capaz de sociabilizar en los bares como en las calles; de interactuar con los ricos como con los pobres, con los fresas como con los nacos, con los extranjeros como con los mexicanos. Es toda una red de artificios que se prologa a sí mismo, codificando un lenguaje cada cinco segundos, y que se propaga como una peste intempestiva o se aquieta como cuando baja la marea.
Al principio pensé que se trataba de un ente mitológico, al que no lograron sacar de las leyendas prehispánicas o urbanas, relegadas a escombros inmateriales que la gente suele tener como visión de algo que se sabe que está, pero que al mismo tiempo se le niega por miedo a causarnos una desorientación de la realidad.
¿A caso nuestro único chiste es estar seguros de que existimos sólo nosotros y por eso preferimos no inmiscuirnos en asuntos que no nos conciernen?, por eso reducimos nuestra percepción a la trascendental cueva de Platón, creando un cuartel en el que nos refugiamos de lo desconocido y tememos conocer. Mas, sin importar cuánto nos escondamos en ese reducto placentero, el chango-león es y existe al igual que ser mitológico o como presencia ordinaria precedida por esa incertidumbre que nos implanta la televisión. Es un ente que se desarrolla entre nosotros, se escapa de toda personificación, y ha creado, para su bienestar, una tribu más entre las cuantiosas tribus que deambulan en esta sociedad.
Si usted tiene la capacidad de asombro y no ha perdido aún su vínculo con seres de otras dimensiones o esa capacidad de imaginación heredada a los niños, entonces tiene la capacidad de verlos e interactuar con ellos.
Generalmente se encuentran en los bares nocturnos. Generalmente están tratando de ligar una güera. Generalmente están tras el amor de su visa. Pero tenga cuidado, aún hemos dejado en manos de las ciencias antropológicas estudiar sus actos, reacciones y formas de vida, para que en un futuro tengamos muestras científicas de su cotidiano arte de vivir, y sepamos cómo podremos aculturarlos o absorber sus modus vivendi para poner a la venta una nueva personalidad con el logotipo ineludible y el copyright restringido, o de plano para aprender de su cultura y saber qué hacer en caso de que proliferen y seamos nosotros los últimos en cuyas manos estará el futuro de nuestras raíces. Por lo pronto, recientes encuestas proponen que sirven de obra de mano barata. De ahí que se hace uso de violencia para intimidarlos.
Por nuestra parte, juramos y perjuramos que se trata simplemente de un precario acercamiento a su cultura y nada más.
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