te
reconozco en el olor de tu cabello
en los
centímetros de la agitación dactilar
que
requiero para recorrerlo y perderme
entre el
tumulto de tus olas
salpican
corales
cobija estrellas
vente
conmigo a caminar el paseo de la luna
duele
sentirse un humano desolado en las dunas del silencio
tus pasos
son la compañía que requieren los abandonados
para
sentirse parte de un mundo narcótico
durante
el canto de tu alma nuestros ojos se extravían
crecen y
florecen en cantos
no
necesito decir cuánto porque ya lo sabes
tus ojos
recrean el paraíso, recrean el mito, el día de la creación divina
tu
ombligo es la gravitación de mi corazón que tiembla
ante tu
mirada
abasteces
al fauno que dialoga consigo mismo en su voraz
contubernio
contra sus delirios que lo someten a un juego
cansado
de jugar pero intenta jugar
se
me escurren las ideas
y por eso
canto y exalto el brillo que nace en tus pupilas
y ahí se
quedan platicando con tus pequeños labios de jazmín
tus
labios que saben a manzana y a frutas de sabor a primavera
en mi
pecho se instaló el invierno que sabe a rancio sin tu risa
a través
del cristal tu figura debe pasearse sin volver su mirada
con mis
manos emprendo la retirada a tu otra mirada
al mirar
tus ojos parecen estacionarse en alguna Atlántida perdida
y no
basta con el meloso jugueteo de mi voz para devolverte a esta parcela,
tus ojos
son la compañía luminosa de los míos
y
abastecen de agua mis charcos vacíos: tu voz canta bajo la luna llena
tus
párpados, dos anillos que engarzan a tus ojos bajo sus miradas
tus
labios, pequeños, meditabundos o sonrientes, platican en voz baja
tus
manos, dos arcos de luz y tu cabellos el espejismo de la lluvia de estrellas
en marzo,
cuando las cascadas del viento se precipitan en su calma
el amor
nace junto con la magia que lo envuelve en su regazo
y la
primavera nos descubre bajo nuevos cantos, capullos de tu voz
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