Pequeño tratado de cosas 2
Insistencia
Marco Antonio
Hernández Valdés
16-oct-04
El “muy sonado”
tema sobre los elefantes rosados ha desatado una controversia entre algunos de
los llamados Defensores de la vida animal
y los coleccionistas de animales exóticos. Diversas manifestaciones han salido
a la luz. Marchas bajo el título “En
defensa del ser viviente”, han tenido lugar en lugares estratégicos del
Estado.
No sólo el tema de los elefantes
rosados mueve a los jóvenes ante una realidad muerta. El paso de un meteorito
es un hecho que ha consternado a muchos. Tanto los testigos de Jehová como los
creyentes en el testimonio Bíblico (como verdad universal) han sembrado el
pánico en los que viven su vida, exentos de todo temor.
Luna Méndez es una estudiante de
antropología preocupada por la realidad en que vivimos. La siguiente entrevista
tiene por objeto conocer su opinión.
Marco Antonio
Hernández: ¡Quiubo Luna! Te robo unos minutos para hacerte la entrevista.
Luna Méndez: Hola, pues a ver. Tengo clase. Dispongo
de quince minutos.
MHV: Bueno, aprovechando que estudias antropología y
que estás llevando una materia que se titula Mentalidades y Representaciones,
¿podrías hablarme sobre esta materia a rasgos generales?
LM: Claro... pues
es en esta clase nos dan una perspectiva cómo la mentalidad está en relación
con una representación de los pueblos, y su postura ante la realidad en la que
viven. Este profesor que da la clase es bien chido, y te explica todo a manera
de que entiendas perfectamente la realidad en la que vivimos. Además te encarga
ensayos sobre lecturas que vamos haciendo sobre la marcha.
MHV: Y ¿Qué piensas acerca de los coleccionistas que
encierran a los elefantes rosados? ¿Cuál crees que sería la reacción de la
gente ante la existencia de un animal de esta magnitud?
LM : Bueno, yo pienso que no deberían de abusar de
estos pobres animales... A los que deberían exponer en público, y tras las
rejas, es a los coleccionistas y toda esa bola de burócratas que intentan
disfrazar la realidad con chupa-cabras cualquier otra mamada... Y creo, para
empezar, que habría una locura colectiva, y esto acarrearía a la gente a un
suicidio colectivo. Tú sabes perfectamente que la realidad en la que vivimos se
rige por paradigmas, y un elefante rosado desafía los límites de la cordura.
Sin lugar a dudas, se desataría un caos.
MHV: ¿Pero, has estado en alguna de estas
manifestaciones para dar fe de tu convicción?
LM: Te voy a ser sincera, sólo fui a una y lo demás lo
he estado siguiendo por boletines que nos reparten los ecologistas. Hay gente
muy preocupada que está metida hasta el fondo en este manifiesto. Inclusive
conozco a una de “las cabezas”. Muchos se han retirado porque dicen haber
recibido amenazas por teléfono de gente extraña.
El
movimiento se mantiene como antes, no se le ha dado tanta difusión como se
esperaba. No se siente el apoyo de la gente. Hay muchos disparates y entre los
mismos integrantes hay desacuerdo. Algunos sostienen que el elefante, traído
del África, debe permanecer en poder de zoológicos ecologistas (¿Te das cuenta?
Le llaman zoológico, han sido tan trágicos que ni se preocuparon en cambiarle
nombre a estas prisiones y el problema sigue siendo el mismo). Y hay quienes
sostienen que el elefante debe desaparecer porque vivo es más peligroso que
muerto, y otros que haya que respetar la vida porque creen que la ley del karma
es la respuesta en el mundo.
MHV: ¿No crees que sería bueno que eduquemos a la
gente para que sea más consciente de las cosas que están pasando en el mundo y
así evitarse tantas calamidades? Y quiero enfatizar en el verbo educar. Me
refiero a recrear los mitos. La verdadera guerra está en las calles, están
lejanas a ti. Y, de ante mano, sabemos que la gente está educada. La otra
pregunta es, ¿por quién?
LM: Si wuey, la gente está bien ciega. ¡No mames! La
crisis, por la que pasa el mexicano, está cabrona. Siempre agachamos la cabeza
y nos dejamos mangonear por una bola de pinches vivales. Y suena interesante
esa idea de recrear los mitos; ¿podrías explicarme un poco más?
MHV: Son divagaciones mías. Me refiero a engendrar una
realidad con extractos de sueños. Como un sueño colectivo por el que todos
pasemos.
LM: Quieres decir que estamos soñando...
MHV: Pues que la gente no es sensible a los cambios
que estamos sufriendo como humanidad. Nos hemos resistido a desaparecer.
¡Cuántas especies ya se han extinguido y sin embargo, nosotros (extracto
temporal de la extensión humana), a
pesar de todas las guerras, el hambre, las alteraciones que se manifiestan en
nuestra realidad --podría mencionar un sin fin de eventualidades que se han
suscitado en el mundo exterior (porque para los espectadores, los que estamos
delante del televisor, aquel lugar donde se están sucediendo todas esas
atrocidades, no es más que un mundo exterior y lejano del nuestro que se limita
al control de televisión)--, nosotros, a pesar de todo lo mencionado, nos hemos
resistido y hemos logrado conservar la especie, con muchos colores pero con un
sólo nombre: la humanidad!
Cuando
el meteorito iba a pasar junto a la tierra, hubimos quienes pensamos que era el
fin del mundo. Pero ¿No crees que, al igual que en el terremoto del ochenta y
cinco, todos nos hubiéramos podido unir; salir a las azoteas o reunirnos en los
parques para comenzar a soplar y soplar para sacar al meteoro de la órbita
terrenal?
LM: Sí, tienes razón. Miles de personas salieron a
combatir durante el terremoto. Combatían contra el enemigo más peligroso. El
enemigo de los enajenados con el poder de la civilización: la madre naturaleza.
Sólo eventos como el de las víctimas de un sismo, las víctimas del hambre, las
víctimas de inundaciones han logrado conmover el corazón de ciertas personas.
Otras se resisten a estos hechos, como tú dices: ya sea por la televisión, por
los negocios... Para ellos representa una pérdida de tiempo el trabajar para
mejorar este mundo que está marchando por otro lado. Hace días vi una
película... ¿no sé si has visto Fahrenheit? Pues esta película trata sobre la
guerra de Bush. No cabe duda que esta civilización sólo tiene un rostro: la
vanidad.
La sensibilidad de la gente ha sido tocada por
momentos de crisis. Esos momentos en los que no sabes contra quién disputarte
para obtener tu libertad. Simplemente te unes al mundo para un bien común. En
antropología vemos todo ese tipo de cosas... Las reacciones de los hombres
ligados a los posibles comportamientos de cada región nos dan una idea de lo
que me estás hablando.
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