3/7/12

Instrucciones para ir a votar


Instrucciones para votar

Ir a votar representa una odisea que forma parte del teatro implantado por un sistema que de antemano conoce los resultados que ofrecerá al pueblo. Todo concluye en el momento exacto: se acabaron las boletas. El teatrito incluye un par de horas aguantándose uno las ganas de cagar o mear, y sobre todo aguantarse la impotencia ante las arbitrariedades de los representantes del IFE. El ir a una casilla especial también incluye cuatro o cinco horas de espera y sólo para que nos digan que ya no podremos votar. Un caos, un verdadero caos. Un siniestro caos antecede el imperioso aroma a suspenso.
Ante la sentencia del IFE, la persona frente de mí de un salto arremete contra el representante una serie de pestes que, lejos de ser groserías altaneras sólo expresan la impotencia de una ciudadana capaz de hacer valer sus derechos. Inmediatamente se unieron a la causa otros más grabando la discusión y expresando de igual manera su inconformidad por el procedimiento. “Ustedes dicen que sí funciona pero no, son una bola de ineptos que nos hacen creer que trabajan para nuestra seguridad. Quiero votar, no me pueden negar mi derecho”, transcribo más o menos lo que le gritó al muchacho del IFE, que temblaba ante la ira desatada por una ineptitud.
         Nos dicen que sólo mandaron 750 boletas por casilla especial. Pero —y cito a un paisano que formó parte del comité de contingencia formado para auxiliar a esta señora—, no me cabe en la cabeza que un sistema no tenga idea de cuántos mexicanos hay en el país. Un gobierno que desconoce a su pueblo. Y ¿los mexicanos que no pudieron votar porque no tienen credencial? ¿A dónde van a parar esas boletas? Desde hace un tiempo se siente en el aire un silencio sospechoso, que lejos de sospechas e imaginaciones nos envuelve con la incertidumbre. ¿Se veía venir este fraude?
El evento anterior me hizo pensar en las fuerzas sobrenaturales, energías negativas y vengativas, ese misterioso hedor de los mil demonios, la putrefacción de lo inevitable, en el secreto que existe en las urnas y su trasfondo oscuro como la tumba a donde van a parar los secretos menos pensados. Se incrementaron mis sospechas cuando nos aseguraron que sólo habían enviado 750 boletas para las casillas especiales. La cuestión es, qué pasará con los que les quitaron el derecho de votar. ¿A quién irán esos votos? Se siente una tensión en el ambiente. El aire corre frío de ira. La lluvia anuncia ese fraude. El viento frío de la noche nos envuelve de su fatal misterio. Y las dudas acarrearon más preguntas: ¿cuántas boletas se quedan suspendidas en el abismo?

        
No todo puede irse a la ruina. De las lágrimas podemos retomar las fuerzas necesarias para enfrentarnos a la adversidad de lo incierto. Este cambio comenzó al ver que surgieron movimientos como el yo soy #132 en México y en otras partes del mundo. Quiere decir que el mexicano promedio, que formaba parte del silencio, comenzó a expandir una voz que fue a dar a otros continentes dejando en claro nuestra capacidad de analizar los procesos por los que ha pasado México.
         El cambio en la mentalidad del mexicano nos muestra lo cansados que estamos de los gobiernos corruptos. Otro fraude sólo acarreará la creación de más movimientos que se sumarán a las voces fastidiadas del sistema.

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