15/5/11

Movimiento musical en San Cristóbal de las Casas

II
El resurgimiento del fandango, otros grupos,
grupis y fusiones
Hace dos años acompañamos de la mano el nacimiento, florecimiento y derrumbe de un espacio destinado al son jarocho llamado: El espiral, (hace aproximadamente un año vimos su clausura enterrando junto con él nuestras metas y fantasías en las que el “yo” figuraba con su jarana disfrutando de los frutos que da la fama a desesperados y ansiosos por ser tomados en cuenta; el karma se hizo presente y fue lo único que vimos florecer: fantasiosas pretensiones de arlequín, declinaron simplemente en alegorías dignas de una mente cochambrosa dispuesta a las masturbaciones mentales: digno trofeo).
         Tacumba mejoró su voz y fue adquiriendo miembros del gremio musical consagrados a su profesión. Pasaban los días como hojas caídas en un otoño fulminante que me acariciaba repentinamente y, con jugueteos amistosos, palpaba mi hombro tratando de darme el consuelo anhelado. Y a su paso, mientras el Tacumba de antaño iba creciendo, a nuestro alrededor surgieron nuevas propuestas y las anteriores también forjaron con martillo la identidad multicultural de un San Cristóbal cambiante. El tambaleante y sofocante clima, víctima de la deforestación, nos sorprendió con un golpe asestado en puntos estratégicos y junto con ello vimos el comienzo de una era atrofiada por la desesperante destrucción a la que somete el hombre al planeta. (Este comentario por poco se agria, tuve que reciclar notas y emprender de nueva cuenta el itinerario de reminiscencias ancladas a mis recuerdos y aclaradas tras transcurrir los días).
         Afortunadamente, y después de llevar a cabo el primer Encuentro de jaraneros en San Cristóbal,  aquellos deseos inconclusos que merodeaban en mi cerebro vieron la luz del día anunciando la buena nueva. Luego de un adormecimiento nos damos a la tarea de volver a los talleres de jarana, zapateado y organizar los fandangos cada sábado. Hace poco llegó a estas tierras ignotas el grupo Son de Tarima, y ofrecieron al público diversos talleres gratuitos, lo que permitió el acercamiento al son de más gente. Se hizo el fandango de clausura y nos agarramos desesperadamente de este ultimátum fandanguero para continuar la labor de dar difusión y rescatar lo poco que ya habíamos sembrado y peligraba ante influenzas y cizañas malditas.
        Nos prometimos que para el siguiente año el proyecto madure y nos permita madurar eficaces estrategias para sacarle el dinero de los bolsillos al burocrático cuerpo de cultura de San Cristóbal de las Casas.
         Poco a poco van surgiendo nuevos foros y nuevos pleitos y desacuerdos entre este humilde bazarero y sus intermediarios jaranistas de la tempestad, pues para algunos jaraneros de aquí el fandango es más como repartirse un pastel, (esto pasa cuando el extranjero de esta tradición --y algunos otros de nacionalidad--, motivado por la sed de conquista, sobrepasa los límites del respeto), mientras para los otros (extranjeros, unos, mexicanos, otros) es un motivo para reunirnos y llevar a cabo la labor de mantener y apreciar esta herencia tradicional.
         Me falta definir aún el proyecto: integrantes y la manera de supervivencia del mismo. Pero ahí vamos. Se aceptan colaboraciones.
Grupos
A San Cristóbal lo abastecen sus grupos musicales. Hace unos meses se suscitó un evento inesperado que tuvo lugar en el Tierra Adentro, un espacio cultural. Nos organizamos para dar una presentación de todos los grupos para manifestar nuestra inconformidad con los dueños de los bares que se han negado a pagar bien al músico y para abrir nuevos foros de expresión. Aunque la intención fue altruista, difundida y triunfal, no dio los resultados esperados. Los dueños se negaron a aumentarnos el sueldo. Sin embargo se logró mucho porque ahora estamos más organizados y esperamos hacer otro festival el próximo primero de noviembre.
En unos de mis aventurados saltos al abismo caí en la aberración al asegurar que sólo un grupo de jazz abastece a San Cristóbal de las Casas. Estaba equivocado, son más (es de sabios cambiar de opinión rezo sosteniendo de los pelos el incansable dicho popular que viene a sacarme de apuros). Tal vez lo que quise decir anteriormente es que hay bastantes músicos jazzistas, sólo que algunos han optado por formar otras agrupaciones por la tambaleante economía de los bolsillos.  De quien se suele escuchar, que incluso el nombre resalta, es de Ameneyro.
         El sonido inconfundible de Avatara también resuena con euforia por los bares del pueblo. Avatara incursiona los sonidos guturales y ha llegado a emprender el vuelo a una música sin palabras para establecer el sonido que los define:fusión-folk-psicodelia. Sus canciones son elaboradas onomatopeyas, que nos remontan al estado rudimentario de la comunicación, y que va bien con su estilo musical, también empapado de rarezas melódicas.
         Hace poco surgió un grupo de cuatro mujeres que a este bazarero ha impresionado bastante. La propuesta consiste en cantar sus propias canciones que llevan un ritmo africano que encaja bien con la música oriental (la otra parte de este viaje propuesto por una de sus integrantes). El nombre del grupo define de alguna manera su propuesta: Esquizofrenia, pues según ellas (y su música habla más) eso es lo que pasa cuando mezclas un acordeón, los tambores, la guitarra acústica y eléctrica y la jarana. En cuanto a sus letras oscila la denuncia y los temas cotidianos embarrados del sarcasmo, que las desnuda de la hipocresía (sustantivo que se apropia de narcisistas vestidos de pacifistas, activistas y otras índoles dignas de los que aman adjudicarse adjetivos revolucionarios).
En la primera parte de este comentario abrupto dije que el movimiento musical en San Cristóbal de las Casas actualmente se encuentra en efervescencia y citaba algunas reminiscencias tambaleantes para justificarlo. En efecto, a San Cristóbal lo forjan sus músicos, que en definitiva, hacen posible su multiculturalidad que va definiendo la identidad de un pueblo en constante sincretismo, y prueba de ello son los Movimientos a los que se somete la misma música: es bueno saber que estos humildes y aventurados músicos rotan a menudo de un lugar a otro logrando así ese sincretismo aunado a las partituras de este universo. El ponerlo en práctica nos alienta a continuar con esta labor que labra nuestras almas cotidianamente, regando cada amanecer nuevo esta tierra de todas las tierras.

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